¡La lechuga es la reina del huerto! Es fácil de cultivar, no ocupa mucho espacio y, además, hay una hay una gran diferencia entre comerte una lechuga mustia que compraste hace unos días o unas hojas frescas y crujientes recién cosechadas.
Si quieres cultivar lechugas, tienes varias opciones:
- Comprar el plantel de lechugas en un vivero. El problema es que normalmente encontrarás pocas variedades donde elegir.
- Comprar las semillas, lo que tiene la ventaja de que puedes escoger entre muchos más tipos. Puedes comprar las semillas en algún comercio local.
- Intercambiar semillas con otros amigos hortelanos. En Facebook existen muchos grupos de intercambio de semillas que organizan quedadas o se las envían por correo postal.
- Recoger tus propias semillas, si ya tienes semillas sembradas. Cuando llega el calor las lechugas se espigan. Eso quiere decir que la planta se alarga y aparece un tallo floral. El espigado es parte del ciclo normal de la planta, pero puede producirse antes de tiempo cuando la temperatura es alta o existe falta de agua. Existen variedades más resistentes al espigado que otras, por lo que tendrás que tener en cuenta las condiciones de tu huerto a la hora de escogerlas. Cuando las lechugas se espigan se vuelven amargas, pero en lugar de arrancar la planta puedes esperar a que se formen las semillas. Las semillas de lechuga tienen una especie de pelitos que les permite volar y dispersarse con el viento, estarán listas para ser recogidas cuando la flor se seque. Guárdalas en un sobre en un lugar seco, por ejemplo en un tarro de cristal, anota la fecha de recogida y la variedad, ¡y ya tendrás semillas para la temporada siguiente!
Las semillas de la lechuga tienen unos “pelitos” que les permiten usar el viento para dispersarse 
Cuando la lechuga espiga la planta se alarga y pierde su forma característica 
A partir de las flores de una lechuga pueden conseguirse muchas semillas
